La temporada navideña en Estados Unidos se ha visto seriamente afectada por un intenso frente invernal que provocó la cancelación y retraso de miles de vuelos en distintos puntos del país, justo en uno de los periodos de mayor movilización aérea del año.

De acuerdo con reportes del sistema de monitoreo FlightAware, durante el fin de semana se registraron más de siete mil vuelos cancelados y cerca de mil trescientos con retrasos significativos. Los mayores impactos se concentraron en los aeropuertos que atienden el área metropolitana de Nueva York, entre ellos John F. Kennedy, LaGuardia y Newark, así como en el aeropuerto internacional de Boston, en el noreste del país.

En Nueva York, la tormenta dejó acumulaciones de nieve cercanas a los diez centímetros, dentro de lo previsto por los pronósticos oficiales. No obstante, sectores como Long Island registraron niveles más altos, con espesores que oscilaron entre los diecisiete y diecinueve centímetros, lo que complicó aún más la movilidad aérea y terrestre.

Tras este primer sistema invernal, que generó congestión en carreteras y alteraciones masivas en los itinerarios de vuelo, un nuevo frente amenaza con intensificarse sobre la región del medio oeste. Según el Servicio Nacional de Meteorología, el fenómeno podría fortalecerse en las próximas horas y avanzar hacia la zona de los Grandes Lagos, con riesgos de ventiscas y acumulaciones de nieve que superarían los treinta centímetros en algunas áreas.

Mientras tanto, la Administración de Seguridad en el Transporte recordó que esta temporada de fin de año podría marcar un récord histórico de viajeros, con más de cuarenta y cuatro millones de pasajeros movilizándose por los aeropuertos del país. La entidad estima que el mayor flujo se presentará el domingo 28 de diciembre, cuando se espera el tránsito de cerca de 2,86 millones de personas.

Las autoridades continúan recomendando a los viajeros verificar el estado de sus vuelos con anticipación y mantenerse informados ante posibles cambios derivados de las condiciones climáticas extremas que siguen afectando amplias regiones del territorio estadounidense.