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La agricultura en países de la OCDE produce más con más emisiones: un crecimiento desbalanceado en la última década

En un escenario donde la urgencia por frenar el cambio climático gana cada vez más protagonismo en la agenda global, un nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revela una paradoja ambiental inquietante: aunque la superficie cultivable apenas ha crecido y en algunos casos ha disminuido, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la agricultura aumentaron en un 4,3 % durante la última década (2010-2020) en los países que conforman este bloque.

Este crecimiento de emisiones se da a pesar de que durante los primeros años del siglo XXI estas se habían mantenido relativamente estables. El estudio, divulgado esta semana en París, indica que entre el trienio 2009-2011 y el de 2019-2021, el volumen total de emisiones pasó de una media de 1.453 millones de toneladas de CO₂ equivalente a 1.515 millones, lo que representa un incremento anual del 0,4 %. Lo más llamativo del informe es el contraste con el crecimiento de la producción agrícola, que en el mismo periodo aumentó un 40 %, es decir, casi diez veces más que el ritmo de crecimiento de las emisiones. Este dato evidencia que, aunque el sector se ha vuelto más eficiente desde el punto de vista productivo, los avances en sostenibilidad climática aún son insuficientes.

Cambios en el uso de la tierra y prácticas agrícolas

Según el informe de la OCDE, la superficie total dedicada a actividades agrícolas se ha mantenido casi inalterada, con un aumento apenas perceptible del 0,02 % anual durante la última década. Sin embargo, el desglose por tipo de uso muestra transformaciones más relevantes: mientras que las tierras de cultivo disminuyeron un 0,7 % anual, las áreas de pastoreo crecieron un 0,4 %, posiblemente debido a un aumento en la demanda de productos ganaderos.

Este cambio tiene implicaciones significativas en el perfil de emisiones del sector. La ganadería es una de las principales fuentes de metano, un gas con un potencial de calentamiento global mucho mayor que el CO₂. De hecho, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), el metano tiene un poder de calentamiento 80 veces superior al del dióxido de carbono en un horizonte de 20 años.

Desafíos de sostenibilidad

El crecimiento de la producción agrícola no solo responde al crecimiento demográfico y al aumento de la demanda global de alimentos, sino también al auge de los biocombustibles y a los cambios en los hábitos alimentarios, especialmente en países con economías emergentes. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), se prevé que la demanda mundial de alimentos aumente en un 60 % para 2050, lo que presionará aún más a los sistemas agrícolas.

En este contexto, expertos alertan que es necesario replantear el modelo agrícola vigente en muchos países industrializados. “El reto no es solo producir más alimentos, sino hacerlo de forma compatible con los límites planetarios. Eso significa reducir las emisiones, proteger la biodiversidad y garantizar la salud del suelo y del agua”, señaló Helena Machado, especialista en sistemas agroecológicos de la Universidad de Lisboa.

Soluciones y medidas

La OCDE subraya la necesidad de adoptar tecnologías más limpias y prácticas agrícolas sostenibles que permitan disminuir las emisiones sin comprometer la seguridad alimentaria. Entre las estrategias destacadas están la optimización del uso de fertilizantes nitrogenados, la mejora en la gestión de estiércol y la adopción de técnicas de labranza mínima o nula. Asimismo, la restauración de suelos degradados y el incremento de cultivos perennes pueden contribuir a absorber carbono atmosférico.

Algunos países de la OCDE ya están implementando políticas más ambiciosas para reducir el impacto climático del agro. Por ejemplo, Nueva Zelanda está desarrollando un sistema pionero para gravar las emisiones de metano procedentes del ganado, mientras que Francia ha lanzado incentivos para la adopción de prácticas agroecológicas. A pesar de estos esfuerzos, el informe advierte que el ritmo actual de transformación es insuficiente para alcanzar los compromisos del Acuerdo de París. Si el sector agrícola quiere convertirse en parte de la solución, y no del problema, será fundamental acelerar la transición hacia modelos más sostenibles que prioricen la resiliencia climática.