El eco de la noticia ha golpeado con fuerza los corazones de quienes amamos y defendemos la autonomía de los territorios. Se ha ido Juan B. Fernández Renowitzky, una de las figuras más preciadas de nuestra tierra y uno de los más grandes defensores de la región Caribe.
Es el adiós a un verdadero visionario cuyo legado perdurará en cada rincón de nuestra identidad Caribe, en cada batalla que él libró con el alma por la autonomía.
Su pluma punzante lo graduó como un editorialista con el poder de generar transformaciones sociales y honró al periodismo como ninguno. El dolor que nos deja solo se puede llenar con la promesa de seguir su camino, de continuar la batalla contra el centralismo hasta que el país entero y de pie entienda que la autonomía de las regiones nos conviene a todos.
Desde que tuve la fortuna de coincidir con él en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, al hacer parte de los 12 constituyentes provenientes del Caribe, capturé con precisión su esencia: Juan B. era un líder contundente y conciliador.
En esos tiempos aciagos, dominados por la violencia atizada por el narcotráfico, tuvimos la enorme responsabilidad de redactar la nueva Constitución Nacional que nos rige hoy. La fotografía firmada por los 74 constituyentes que tengo es un testimonio vivo de su grandeza, de un hombre de ideas concretas y de raciocinio impecable, cuyas intervenciones siempre conducían a la construcción de consensos.
Juntos hicimos parte de la Comisión Segunda de Ordenamiento Territorial con el objetivo de dar sustento al poder autonómico de las regiones, departamentos, distritos, municipios, comunidades indígenas y otros esquemas asociativos.
Juan B. era un alma rebelde y audaz, contrario a la idea de que el centralismo decidiera las obras e inversiones que nuestra tierra necesitaba. Como él mismo decía con firmeza, el centralismo era un ‘enorme y costosísimo paquidermo que desconocía las necesidades de la provincia’. Esas fueron discusiones épicas en las que participamos con Orlando Fals Borda, Héctor Pineda Salazar, Eduardo Espinosa Faciolince, Lorenzo Muelas Hurtado, entre otros.
Su lucha incansable se concretó con la inclusión de los artículos 306 y 307 de la Constitución Nacional, que representan la plataforma legal para que los departamentos se organicen como regiones autónomas. Este legado, a pesar de los obstáculos, sigue latente hoy, con el impulso decidido que le estamos dando a la transformación de la Región Administrativa y de Planificación (RAP Caribe) en Región Entidad Territorial (RET).
La grandeza de Juan B. trascendió la política. Como director consejero de El Heraldo, utilizó el poder de la prensa para liderar campañas de construcción de ciudad que tanto bien le hicieron a Barranquilla.
Su visión periodística fue una ‘obra diaria de buena fe’, un faro que guió a generaciones de periodistas y un maestro inmejorable. Su vida fue una sinfonía de dedicación, desde su papel como alcalde de Barranquilla hasta sus misiones como embajador en Chile, donde protegió a perseguidos políticos por el régimen de Augusto Pinochet.
Se nos ha ido un estadista, un gran liberal y un defensor de la gente de las regiones. Su legado es un llamado a la acción, un compromiso sagrado para que el sueño de una región Caribe libre y próspera se haga realidad.
¡Buen viaje, Juan B.!