Chile vivió un vuelco político tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la que José Antonio Kast se impuso con el 59,8 por ciento de los votos frente a la candidata de izquierda Jeannette Jara, quien alcanzó el 40,1 por ciento, con un avance parcial del escrutinio del 25 por ciento de las mesas. El triunfo del candidato del Partido Republicano marca el retorno de la derecha al poder y su asunción está prevista para el 11 de marzo de 2026, en un escenario que redefine el mapa político del país y lo alinea con recientes giros conservadores en la región.
La seguridad fue uno de los pilares del discurso de Kast durante la campaña. Su propuesta, conocida como Plan Implacable, plantea medidas de mano dura contra el crimen organizado, entre ellas el aislamiento de cabecillas criminales, la construcción de cárceles de alta seguridad, la prohibición de los narcofunerales y la ampliación de las facultades de las fuerzas policiales. El programa también contempla acciones contra el vandalismo, incluyendo sanciones judiciales y restricciones en el acceso a becas, subsidios y créditos estatales para quienes participen en actos violentos. Estas iniciativas han generado respaldo entre sectores que demandan mayor orden, pero también críticas por sus posibles efectos sobre la protesta social.
El control de la inmigración irregular ocupó otro lugar central en la propuesta del presidente electo. Kast ha planteado la militarización de las fronteras, la creación de centros de detención para migrantes sin estatus legal, expulsiones expeditas y sanciones a organizaciones no gubernamentales que interfieran en estos procedimientos. A ello se suma la idea de instalar barreras físicas en el desierto de Atacama, endurecer los requisitos de residencia y restringir el acceso a ayudas estatales para quienes no cuenten con documentación regular. Actualmente, Chile alberga cerca de 1,9 millones de extranjeros, de los cuales alrededor de 340.000 se encuentran en situación irregular, en su mayoría de origen venezolano.
Con 59 años, José Antonio Kast construyó su carrera política desde el ámbito universitario en la Pontificia Universidad Católica de Chile y fue militante de la Unión Demócrata Independiente durante casi dos décadas. En 2019 dio un giro al fundar el Partido Republicano, desde donde consolidó un discurso conservador en temas como el aborto, el matrimonio igualitario y la inmigración. Fue diputado en varias oportunidades y ya había competido por la presidencia en 2017 y 2021, experiencias que le permitieron fortalecer su base electoral.
En el plano económico, Kast ha anticipado un ajuste fiscal significativo, con recortes estimados en unos 6.000 millones de dólares del gasto estatal durante los primeros 18 meses de gobierno. Su administración buscará reordenar las finanzas públicas, una hoja de ruta que despierta inquietudes sobre el impacto en programas sociales y en los niveles de desigualdad, al tiempo que genera expectativas en sectores empresariales que reclaman mayor disciplina fiscal.
El triunfo del líder republicano no ha pasado desapercibido fuera de las fronteras chilenas. Analistas internacionales señalan que el nuevo rumbo político es seguido de cerca por países como Estados Unidos, interesados en fortalecer relaciones bilaterales y en el acceso a recursos estratégicos como el cobre, el litio, el cobalto, el molibdeno y las tierras raras. En ese contexto, la llegada de Kast al poder podría traducirse en un acercamiento más estrecho con Washington y en un cambio de enfoque en la política exterior y la gestión de los recursos naturales del país.


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