La violencia en el Nordeste antioqueño volvió a golpear a la población civil. Al menos 22 familias del municipio de Anorí se vieron forzadas a abandonar sus hogares tras los recientes combates entre el Ejército Nacional y miembros del Clan del Golfo en la vereda Providencia, una de las más afectadas por el accionar de los grupos armados ilegales.
El alcalde Gustavo Silva confirmó que gran parte de los desplazados buscaron refugio en el corregimiento de Liberia, dentro del mismo municipio, mientras que otras familias emprendieron un riesgoso recorrido hacia los municipios del Bajo Cauca antioqueño como Cáceres, El Bagre y Zaragoza. “En este punto se presentaron los combates, entonces la gente salió corriendo para pasar el río Nechí y llegar a otros municipios como Cáceres, para pasar a El Bagre y a Zaragoza. Y los otros salieron hacia el corregimiento de Liberia, que es una zona en esa misma región donde hay mejores condiciones de seguridad y algunos hacia el casco urbano del municipio de Anorí”, explicó el mandatario local.
La situación mantiene en zozobra a las comunidades rurales, que han vivido múltiples episodios de violencia a lo largo del año. Con este nuevo desplazamiento, ya son seis los casos registrados en 2025, lo que refleja el recrudecimiento del conflicto armado en esta parte de Antioquia.
Durante los enfrentamientos, tropas de la Décima Cuarta Brigada del Ejército Nacional, con apoyo de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, sostuvieron combates contra integrantes del Clan del Golfo, dejando como saldo tres soldados heridos y un presunto integrante de la organización criminal abatido. En la zona fueron incautadas más de 1.400 municiones de distintos calibres, diez proveedores, uniformes camuflados, chalecos multipropósito, brazaletes y otros elementos de uso militar, que quedaron en poder de las autoridades competentes.
El alcalde Silva reiteró su llamado urgente al Gobierno Nacional para que se fortalezcan las medidas de seguridad y se garanticen condiciones de protección a la población civil, que ha quedado atrapada en medio de la confrontación. “Necesitamos una presencia más sólida del Estado. Estas comunidades no pueden seguir huyendo de sus casas cada vez que se presentan combates”, expresó.
La persistente violencia en Anorí y sus alrededores refleja la magnitud del desafío que enfrenta Colombia en materia de seguridad rural. Mientras las operaciones militares avanzan, cientos de familias continúan sumidas en la incertidumbre, con la esperanza de poder regresar algún día a sus hogares en condiciones de paz y estabilidad.