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De la inversión a la desinversión

En uno de los peores momentos para el sector minero-energético del país, llega la desafortunada noticia de que Shell EP Offshore Ventures Limited (Shell), la multinacional estadounidense de hidrocarburos que hasta hoy suma 85 años de operación en el territorio nacional, retira su participación de los proyectos offshore en el Caribe y se va de Colombia. ¿Nos sorprende esta decisión? La verdad es que no. ¿Debemos preocuparnos por lo que está ocurriendo? Definitivamente sí.

Se está recogiendo lo que se ha sembrado con un gobierno que le ha dado la espalda a la industria de los hidrocarburos, ignorando su relevancia nacional, su irremplazable respaldo en el proceso de transición energética y su imprescindible aporte en el resguardo de la seguridad energética del país. Mientras disminuye la producción de petróleo y gas nacional, un hecho que nos mantiene en alto riesgo y fuera de la recomposición del mercado mundial.

Hace cinco años, celebrábamos la alianza entre Shell y Ecopetrol para el desarrollo de la provincia gasífera del Caribe colombiano; en esos momentos, lo veíamos como una oportunidad única para ampliar la oferta de gas en Colombia en el mediano plazo, fortalecer el desarrollo de actividades costa afuera e incentivar el desarrollo económico, tecnológico y de capital humano en la región Caribe. Pero hoy, contrario a lo que esperábamos, reina más que nunca la incertidumbre y la preocupación sobre el futuro energético de Colombia. Lo más irónico es que los descubrimientos costa afuera realizados en los últimos años han sido históricos para el país. Nunca antes la industria había obtenido tan buenos resultados, razón por la cual se generaron grandes expectativas para el sector.

La negativa de continuar desarrollando los proyectos en los bloques Col 5, Purple Angel y Fuerte Sur, así como los descubrimientos de gas Kronos 1 , Purple Angel 1, Gorgon 1 y 2, y Glaucus 1, impacta al sector del gas, que para el próximo año estima faltantes de 190 millones de pies cúbicos por día (mdcpd), y, por supuesto, a todo el país, que deberá suplir el déficit con mayores importaciones, mientras los proyectos se estancan o suspenden. Estos bloques se encuentran dentro de la estrategia y hoja de ruta que ha trazado Ecopetrol para garantizar el abastecimiento de gas natural en Colombia, de ahí su relevancia y las graves implicaciones que tiene su interrupción en el mediano y largo plazo para el país.

La mala racha en la industria offshore no es nueva; desde hace tiempo, el gobierno ha estado torpedeando proyectos estratégicos como Uchuva 2 y Komodo-1, que se encuentran suspendidos por caprichos de funcionarios que se rigen por las ideologías que le están haciendo mucho daño al país. Con esta decisión, Shell se suma a las compañías BP, ConocoPhillips, OXY, Chevron y Exxon, que también optaron por desinvertir en Colombia. Así, una a una, las empresas internacionales del sector están abandonando proyectos que, en su momento, resultaban prometedores, pero que hoy están plagados de incertidumbre.

Para la industria de los hidrocarburos, la incertidumbre es agonizante, con un gobierno que, en lugar de impulsar la inversión, promueve la desinversión de las grandes empresas a través de políticas erradas, inseguridad jurídica y cambios regulatorios arbitrarios, mientras desvanece nuestra soberanía energética.