El abogado penalista Abelardo de la Espriella, reconocido por su estilo extravagante y su trayectoria mediática, confirmó que buscará llegar a la Casa de Nariño en 2026, esta vez como figura central de la derecha más radical. A sus 47 años, el también empresario decidió dar un salto definitivo a la política impulsado por su creciente visibilidad y por el respaldo que afirma tener entre sectores conservadores del país.
El movimiento Defensores de la Patria, junto al apoyo del Movimiento de Salvación Nacional, respaldó su inscripción ante la Registraduría, donde entregó 4,7 millones de firmas para oficializar su aspiración presidencial. Su irrupción generó ruido inmediato en el panorama electoral: una encuesta reciente lo ubicó con el 18,2 % de intención de voto, solo superado por el senador Iván Cepeda, quien encabeza la medición.
“Estoy aquí porque el pueblo colombiano así lo quiere. Mi deber es asumir la responsabilidad histórica de llevar al país hacia la grandeza que merece”, expresó con la confianza que caracteriza su discurso.
Una candidatura construida desde la confrontación
De la Espriella se presenta como el antagonista directo del proyecto político del presidente Gustavo Petro y del liderazgo de Iván Cepeda, a quienes acusa de representar una visión que, según él, “divide y empobrece al país”. La misma dureza demuestra hacia Nicolás Maduro, a quien ha llamado “tirano” abiertamente en múltiples columnas de opinión.
Su narrativa de campaña está cargada de promesas de mano dura, en las que se muestra como un defensor del orden, la disciplina y la “restauración” institucional. Su retórica recuerda, incluso, al estilo del presidente salvadoreño Nayib Bukele, figura con la que muchos lo comparan por la estética, el tono y la propuesta.
El abogado cordobés —amigo y defensor del expresidente Álvaro Uribe en varios procesos— asegura que su gobierno enfrentaría “sin titubeos a criminales, corruptos e impunes”, al tiempo que promete proteger a los “colombianos trabajadores”.
Casos mediáticos, fortuna y un personaje que desborda los tribunales
La carrera de De la Espriella incluye representaciones controvertidas y otras ampliamente aplaudidas. Fue defensor de Álex Saab y de David Murcia Guzmán, nombres relacionados con escándalos de alto impacto. Pero también lideró casos emblemáticos en favor de víctimas, como el de Rosa Elvira Cely y el de Natalia Ponce de León, procesos que derivaron en importantes avances legislativos en materia de feminicidio y ataques con agentes químicos.
Estos contrastes, sumados a su estilo ostentoso, lo convirtieron en una figura mediática que ha sabido capitalizar su fama para impulsar emprendimientos personales. Bajo su marca “De la Espriella Style” creó productos como ron, vinos, sombreros y una línea de ropa masculina, todas presentadas como una extensión de su vida de lujo.
Un estilo de vida que genera fascinación y críticas
Nacido en Bogotá “por accidente”, como él mismo dice, De la Espriella reivindica sus raíces cordobesas y su afinidad cultural con Italia, país donde posee una de sus residencias. Entre Florencia y Miami reparte buena parte de su vida personal, combinándola con sus negocios, su vocación musical —ha grabado dos discos como tenor— y su sonada presencia pública.
Casado y padre de cuatro hijos, el ahora aspirante presidencial se presenta como un líder moderno, disciplinado y exitoso, decidido a representar a quienes, según él, buscan un rumbo firme y alejado de ideologías “destructivas”.
El reto: unificar una derecha fragmentada
Su mayor desafío será lograr que la derecha, fracturada en varios matices y liderazgos, se articule alrededor de su nombre. Por el momento, su avance en encuestas y el despliegue de su maquinaria política ya lo posicionan como una figura clave en la contienda de 2026.
En un escenario electoral cada vez más polarizado, Abelardo de la Espriella busca convertir su perfil controversial en una bandera de liderazgo fuerte. Su campaña apenas comienza, pero ya promete ser una de las más ruidosas, desafiantes y mediáticas de la próxima elección presidencial.


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