Lo que comenzó como un proceso de formación cultural terminó convirtiéndose en una experiencia transformadora para 30 gestores culturales del Atlántico, quienes hoy presentan sus primeras obras como artistas plásticos tras culminar el taller El arte es vida, una iniciativa impulsada por la Secretaría de Cultura y Patrimonio del departamento. El resultado de este recorrido creativo puede apreciarse durante todo el mes de diciembre en una exposición abierta al público en el Museo del Atlántico.
Durante tres meses, hombres y mujeres provenientes de distintos municipios del departamento participaron en este espacio formativo dirigido por el maestro Nito Cecilio, artista con más de cinco décadas de trayectoria, quien acompañó a los participantes desde sus primeros trazos hasta la consolidación de obras con identidad propia. El taller estuvo enfocado en personas sin experiencia previa en dibujo y pintura, pero con el deseo de explorar nuevas formas de expresión.
Para Cecilio, el proceso fue mucho más que una enseñanza técnica. Según explicó, el mayor logro fue ayudar a los participantes a romper miedos y creencias que les impedían reconocerse como creadores. Aseguró que el paso de la idea a la obra es un acto esencial que fortalece la confianza y la sensibilidad, y se mostró gratamente sorprendido por la diversidad de estilos, mensajes y emociones reflejadas en la exposición final.
La iniciativa surgió a partir de un diálogo entre el artista y la Secretaría de Cultura, con el propósito de abrir un espacio de formación artística incluyente, capaz de acercar el arte plástico a gestores culturales y ciudadanos interesados en explorar su creatividad. El resultado, según el propio Cecilio, confirma que cuando se trabaja con dedicación y afecto, el arte encuentra su camino.
Este proceso hace parte de la agenda cultural que impulsa la administración departamental, orientada a fortalecer la formación artística, la circulación de exposiciones, la protección del patrimonio y el desarrollo de festivales y expresiones tradicionales en el marco de la Ruta 23. La apuesta busca que el arte se convierta en una herramienta de transformación social y de construcción de oportunidades.
Desde la Secretaría de Cultura y Patrimonio del Atlántico se destacó que este taller permitió que nuevos creadores reconocieran el valor de sus historias, de su entorno y de su identidad como insumos fundamentales para la creación artística. Para la entidad, la exposición no solo muestra pinturas, sino relatos personales, memorias colectivas y el nacimiento de talentos que comienzan a apropiarse del arte como un derecho y una forma de expresión.
Las historias de los participantes reflejan el impacto del proceso. Jairo Badillo Jiménez, docente normalista de 70 años, retomó su vocación artística con la obra Colombia sangra, una reflexión sobre la realidad del país. Tras décadas dedicadas a la enseñanza, encontró en el taller una oportunidad para reencontrarse con su creatividad y vivir el arte con la emoción de un principiante.
Héctor García, músico de profesión y de 63 años, llegó al taller con un sueño postergado y sin experiencia en pintura. Hoy presenta Mis anhelos, una obra que simboliza el cumplimiento de ese deseo. Para él, el proceso demuestra que nunca es tarde para comenzar y que el arte puede llegar en el momento justo.
Por su parte, Clariel Romero, estudiante de marketing digital, fortaleció una pasión que había cultivado de manera empírica. A través del taller desarrolló varias obras, entre ellas El sombrero de la tía y El jardín de la felicidad, piezas cargadas de memoria, emociones y homenajes personales. Para ella, el aprendizaje recibido confirmó que el arte es un camino de autoconocimiento y sanación.
La exposición en el Museo del Atlántico se convierte así en la prueba tangible de un proceso que unió generaciones, territorios y experiencias, y que permitió a gestores culturales descubrir una nueva manera de narrarse, crear y transformar su relación con el arte y con su comunidad.


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