¿Qué pasaría si el futuro ya estuviera escrito y simplemente fuéramos testigos de su inevitable desenlace? Esa es la provocadora premisa que plantea la escritora colombiana Juliana Di María en su obra El reloj del juicio final 1. Matusalén, una novela de ciencia ficción que está dando de qué hablar por su inquietante cercanía con la realidad que vivimos.
Con una narrativa intensa y profunda, la autora nos transporta a un escenario ambientado entre 2056 y 2073, donde la humanidad ha cedido casi por completo su privacidad a la tecnología y el cuerpo humano ha dejado de ser un refugio para convertirse en una interfaz. A través de un conflicto originado en Medio Oriente, Di María construye un mundo distópico marcado por brazaletes biométricos, inteligencia artificial integrada a la vida cotidiana y educación basada en realidad aumentada.
Aunque se presenta como una obra de ficción especulativa, la autora advierte que lo que allí se relata no es solo imaginación: “Es una premonición de lo que ya estamos construyendo como humanidad”, señala. Inspirada por la Cábala y los misterios de las religiones monoteístas, la novela no solo plantea dilemas tecnológicos, sino también espirituales, éticos y existenciales.
El reloj del juicio final 1. Matusalén aborda temáticas como el cambio climático, la desigualdad social, la integración humano-máquina, y el papel de las religiones en la estructura del poder, todo bajo una pregunta central: ¿qué nos hace humanos cuando todo lo demás puede ser sustituido?
Con influencias de autores como Isaac Asimov, Jorge Luis Borges y George R. R. Martin, Juliana Di María se posiciona como una revelación en la literatura hispanoamericana. Su obra ha sido destacada por anticipar situaciones que hoy ya empiezan a aparecer en titulares de noticias globales, desde la vigilancia digital hasta los conflictos geopolíticos.
La novela ya se encuentra disponible en librerías físicas y plataformas digitales, y marca el inicio de una saga que promete seguir desafiando los límites entre lo posible y lo inevitable. Desde su residencia entre Colombia y Brasil, Juliana Di María sigue creando, explorando y advirtiendo que, quizá, el mañana ya comenzó.