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San Andrés deslumbra con playas secretas que pocos viajeros conocen

El mar de siete colores, la cultura afrocaribeña y la calidez de su gente hacen de San Andrés un destino único en el Caribe colombiano. Pero más allá de los lugares icónicos, la isla guarda rincones poco explorados que sorprenden incluso a los visitantes más frecuentes.

Lejos de la tradicional Spratt Bight y del concurrido Johnny Cay, San Andrés ofrece playas tranquilas y paisajes marinos que invitan a la aventura y al descanso. Sus arrecifes coralinos rodean la isla formando un ecosistema vibrante donde buzos y esnorquelistas pueden descubrir tortugas, peces de colores y cuevas marinas únicas en Colombia.

Entre los tesoros mejor guardados se encuentra Rocky Cay, en el costado sur de la isla, un lugar de aguas cristalinas y ambiente sereno desde donde es posible caminar hasta un islote cercano. Otro punto imperdible es West View, con aguas profundas ideales para nadar entre peces tropicales y lanzarse al mar desde trampolines naturales.

La experiencia se completa con la gastronomía isleña, tan intensa como su paisaje. El rondón —preparado con pescado, leche de coco y yuca— es uno de los platos más representativos, acompañado por caracol, langosta y empanadas típicas que se pueden degustar en los puestos frente al mar.

Además, caminar por el centro de San Andrés permite sumergirse en su cultura viva: el reggae, calipso y soca suenan en cada esquina, mientras las artesanías elaboradas con conchas y madera invitan a llevar un recuerdo auténtico del Caribe colombiano.

Para disfrutar mejor de este paraíso, se recomienda viajar en temporada baja, usar protector solar biodegradable para cuidar los arrecifes y alquilar una moto o carrito de golf para recorrer la isla en un solo día.

San Andrés es más que un destino turístico. Es un encuentro con la naturaleza, la historia y la hospitalidad isleña, donde cada rincón guarda un secreto esperando a ser descubierto por el viajero atento.