En los últimos años, Colombia ha enfrentado un desafío silencioso pero alarmante: el aumento de las tasas de suicidio en diversas regiones del país. Este fenómeno, que va más allá de las cifras, merece una atención meticulosa y un análisis comprensivo para entender sus causas y buscar soluciones efectivas. 

Las estadísticas más recientes revelan que, en el periodo de enero a julio de 2023 se ha incrementado esta cifra en un 15,73% en comparación con el mismo periodo de 2022, de acuerdo con el último boletín del (INMLCF) Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Los números muestran una diferencia marcada entre hombres y mujeres en cuanto a la incidencia de suicidios, puesto que en 2022 se registraron 1.241 casos en hombres aumentando a 1.408 en 2023. En el caso de las mujeres, las cifras pasaron de 323 en 2022 a 401 hasta julio de 2023. Esta alza plantea la necesidad de abordar las causas y los factores de riesgo específicos para cada género. 

Detrás de cada estadística hay historias humanas complejas y dolorosas. La crisis de salud mental, el estrés, la depresión y la falta de recursos para abordar estos problemas emergen como factores fundamentales que contribuyen a la trágica realidad del suicidio. Es esencial reconocer que este fenómeno no se limita a una única demografía; afecta a personas de todas las edades, géneros y clases sociales. 

El análisis por ciclo de vida revela patrones preocupantes. La etapa de juventud, comprendida entre los 18 y 28 años, lidera las estadísticas con 532 casos, seguida por la adultez temprana (29-44) con 464 casos. La incidencia disminuye con la edad, pero se destaca un aumento en la ancianidad, especialmente entre los 60 y 74 años. Estos datos resaltan la necesidad de intervenciones preventivas adaptadas a diferentes grupos demográficos. 

El Viceprocurador Silvano Gómez Strauch, señalo que la violencia, la desigualdad y el conflicto armado han dejado profundas huellas en el tejido social, afectando la salud mental de millones de familias. Esta problemática se agravo con la pandemia de Covid.19, destacando la importancia crucial de la salud mental. En este contexto, se evidencio la necesidad de redes de apoyo, y trastornos como la ansiedad y la depresión se volvieron más visibles. Por el temor al estigma social, muchas personas sufren en silencio, ocultando sus desafíos emocionales hasta llegar a un punto critico, dificultando aún más la recuperación.

La prevención del suicidio se enfrenta a diversos desafíos en Colombia, incluida la falta de conciencia pública sobre la salud mental, la escasez de servicios especializados y el estigma asociado con los trastornos psicológicos. La necesidad de un enfoque integral que aborde estos problemas desde múltiples perspectivas se hace evidente. 

La procuradora delegada para la Defensa de los Derechos de la infancia, la Adolescencia, la Familia y la Mujer, expreso que:

«la juventud colombiana se siente excluida, en unas urnas de cristal, requieren de manera urgente ser escuchados pero, sobre todo, que se preste atención al aislamiento, a la soledad», «el llamado es a estar atentos a las señales y a apoyar a nuestros jóvenes» señalo Viviana Mora Verbel.

Para abordar esta crisis, es importante que tanto el gobierno como la sociedad civil colaboren en la implementación de medidas preventivas y de apoyo. Esto incluye la expansión de servicios de salud mental accesibles, campañas de concientización a nivel nacional y la promoción de un diálogo abierto que destigmatize los problemas de salud mental. Solo a través de la empatía, la educación y la acción colectiva podemos esperar revertir esta tendencia y ofrecer esperanza a aquellos que luchan en las sombras. 

Este informe no solo busca arrojar luz sobre la fría situación de los suicidios en Colombia, sino también inspirar un cambio significativo en la forma en que como sociedad aborda la salud mental y brindar apoyo a quienes lo necesitan de manera urgente.