Solo por su inusual aspecto podemos intuir que el camaleón es un animal muy especial, aunque quizás no sepamos hasta qué punto. Se trata de una especie de lagarto de pequeño tamaño, y con una sorprendente habilidad para pasar desapercibido: puede cambiar de color, adoptando tonalidades muy distintas.
Pero aunque esta característica sea realmente asombrosa, estos cambios de color nos los utilizan específicamente para camuflarse, sino con otras finalidades que tienen que ver con la comunicación entre ejemplares de su misma especie, y la adaptación al entorno.
Al adoptar el color del entorno en el que se encuentran, logran pasar desapercibidos y ser más difíciles de detectar para los depredadores. Sin embargo, estos seres no cambian de color únicamente como mecanismo de defensa. Pueden hacerlo de manera ocasional para ayudarles a esconderse y evitar peligros.
Su tono cambiante de piel es en realidad una reacción fisiológica cuya finalidad es la comunicación. Su color varía en función de su estado de ánimo. «Utiliza un idioma cromático para expresarse sobre las cosas que le afectan: cortejo, competencia o estrés ambiental, entre muchas otras», expone National Geographic sobre el camaleón.
Estos animales tienen la capacidad de cambiar de color gracias a los cromatóforos, unas células pigmentarias que presentan en distintas capas de su piel. Son las encargadas de dar diferentes tonalidades y regular el brillo, según los pigmentos que contienen, la luz que reflejan con sus cristales fotorreflectantes, el ambiente y la temperatura corporal. La capa más externa es la de los pigmentos rojos y amarillos, la intermedia cuenta con pigmentos blancos y azules, mientras que la más profunda guarda pigmentos más oscuros.