Alexander Motta y Paola Andrea Sequera fueron condenados a 30 y 28 años de prisión, respectivamente, por delitos que incluyen trata de personas agravadas, acceso carnal violento agravado, acto sexual abusivo con incapaz de resistir agravado y violencia intrafamiliar agravada. . Los hechos ocurrieron entre 2018 y 2020, cuando la menor fue llevada desde su hogar en El Playón, Santander , con la promesa de recibir educación y mejores oportunidades.
De acuerdo con el testimonio de la víctima, presentado durante el juicio, sus tíos convencieron a sus padres de permitirle mudarse a Madrid, Cundinamarca , asegurándoles que allí podría continuar sus estudios. La joven, quien había completado únicamente la primaria, expresó que su mayor ilusión era terminar el bachillerato. “El estudio siempre me ha gustado, entonces debido a eso ellos aprovecharon de que yo quería eso y dijeron, bueno, nos la traemos para que después iniciemos a estudiar”, declaró la menor en el tribunal.
De la esperanza al abuso: el infierno que vivió la menor
Lo que comenzó como una promesa de superación personal se transformó rápidamente en una pesadilla. Los primeros dos meses en casa de sus tíos transcurrieron con un trato aparentemente amable. Sin embargo, este período fue seguido por un aislamiento total de su familia, trabajos forzados y abusos constantes. La joven relató que fue obligada a trabajar en un restaurante en el centro de Madrid, donde sufrió maltratos físicos. En una ocasión, mientras realizaba labores de limpieza, sufrió una lesión en el brazo que le dejó hematomas y una inflamación severa en el codo. “Era demasiado el dolor para mover mi brazo”, narró la víctima.
Además de los abusos físicos, la menor fue explotada económicamente. Según su testimonio, trabajaba vendiendo tortas y otros productos, pero no recibió ningún pago por su esfuerzo. “Toda la plata, cada peso, cada centavo lo que tenía que entregar”, explicó. Este patrón de explotación se repitió en otros empleos a los que fue obligado, siempre bajo el control de sus tíos.
El fallo judicial y las condiciones de vulnerabilidad de la víctima
El juez encargado del caso subrayó cómo los condenados aprovecharon las condiciones de vulnerabilidad de la menor y su familia para cometer estos crímenes. Según consignado el medio, el magistrado destacó que la joven provenía de un entorno marcado por la precariedad económica y la falta de oportunidades, lo que facilitó que sus tíos se ganaran la confianza de sus padres. “Desde el inicio de su declaración, la niña pone de aliviar las precarias condiciones socioeconómicas en las que se desenvuelve su vida, la falta de oportunidades y, en especial, su ‘ilusión’, su anhelo y deseo de ir, conocer, estar con sus tíos y cumplir el sueño de estudiar”, señaló el juez en su fallo.
El caso no solo evidencia un grave abuso de confianza por parte de los familiares de la víctima, sino también la explotación de sus aspiraciones legítimas de superación personal. La condena de Alexander Motta y Paola Andrea Sequera representan un paso hacia la justicia, pero también pone de manifiesto la necesidad de proteger a los menores de edad en situaciones de vulnerabilidad y garantizarles un entorno seguro para su desarrollo.