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Ganaderos en Estados Unidos acusan al gobierno de Trump de traición por querer aumentar importaciones de carne argentina

El anuncio del expresidente Donald Trump sobre la posibilidad de ampliar las importaciones de carne argentina ha desatado una ola de indignación entre los ganaderos de Estados Unidos, quienes consideran que la medida pone en riesgo su producción y amenaza el futuro del sector.

Christian Lovell, ganadero de Illinois, expresó su descontento al señalar que la decisión del gobierno representa una traición a los productores nacionales. “Ser ranchero no es un trabajo cualquiera, es un estilo de vida que llevamos en la sangre. Permitir más carne argentina en el mercado es darle la espalda a quienes hemos sostenido por generaciones la industria ganadera de este país”, afirmó Lovell en declaraciones a BBC Mundo.

El plan de Trump busca aumentar la oferta de carne importada para reducir los precios al consumidor en medio de un contexto de inflación alimentaria. Sin embargo, asociaciones ganaderas aseguran que la medida afectará la rentabilidad de los productores locales y generará una competencia desleal, dado que los costos de producción en países como Argentina son considerablemente más bajos.

Organizaciones como la National Cattlemen’s Beef Association (NCBA) han advertido que el ingreso masivo de carne extranjera podría tener consecuencias negativas para la economía rural estadounidense. “El gobierno debería estar apoyando a los agricultores y ganaderos nacionales, no sacrificando sus intereses para bajar temporalmente los precios”, señaló un portavoz del gremio.

La polémica también ha reavivado el debate sobre los estándares sanitarios y las políticas de importación. Algunos productores cuestionan si la carne argentina cumple con los mismos requisitos de trazabilidad y control de calidad exigidos en Estados Unidos, mientras que otros acusan al gobierno de anteponer intereses comerciales a la protección de la industria local.

Pese a las críticas, el sector económico que respalda la medida sostiene que la competencia internacional podría estabilizar los precios y beneficiar al consumidor. Sin embargo, para los ganaderos como Lovell, el impacto social y económico en las comunidades rurales sería devastador.

“El campo estadounidense se construyó con esfuerzo y tradición. No pedimos subsidios, solo que nos dejen competir en condiciones justas”, afirmó el ranchero, quien al igual que miles de productores en todo el país, espera que el gobierno reconsidere la iniciativa antes de que entre en vigor.