Un estudio reciente de la Fundación ANAR revela que el uso inapropiado de la tecnología está vinculado al 77% de los casos de violencia de género entre menores en España. La investigación también señala que más de la mitad de los jóvenes afectados por el mal uso de herramientas digitales no recibe atención psicológica.
El informe, basado en 11.164 casos atendidos entre junio de 2023 y junio de 2024, resalta que en el 56% de los problemas reportados, la tecnología fue un factor clave en su origen o agravamiento. Benjamín Ballesteros, director técnico de ANAR, subraya que el uso inadecuado de la tecnología es una causa creciente de sufrimiento entre los jóvenes, y este dolor, muchas veces, queda sin visibilidad.
El estudio también muestra que las mujeres son las que más recurren a las líneas de ayuda, siendo la edad más común de inicio de los problemas a los 14 años, especialmente en hogares con un solo progenitor o en custodia compartida. En estos casos, más del 60% presenta un bajo rendimiento académico, especialmente cuando se trata de adicción tecnológica y sexting no consensuado.
Además, se ha observado que la tecnología juega un papel crucial en los casos de ideación suicida, presente en el 62% de los casos. Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR, destaca que la falta de supervisión en el uso de la tecnología y la falta de apoyo profesional agravan estas situaciones extremas.
Algunos de los problemas detectados, como el ciberacoso, el grooming y la adicción a la tecnología, son nuevos y se deben al acceso total que los jóvenes tienen a dispositivos y plataformas digitales. Sin embargo, también se han intensificado cuestiones tradicionales, como la pornografía y la prostitución, con un impacto notable en el 87% de los casos. El informe concluye con 100 recomendaciones para abordar estos desafíos, entre las que destacan el establecimiento de normas claras en el hogar, la formación de educadores en competencias digitales y la implementación de medidas éticas por parte de las empresas tecnológicas. Se propone también la creación de herramientas ágiles, como botones de pánico en las aplicaciones, que faciliten la denuncia de situaciones de acoso y abuso en línea.