El destructor estadounidense USS Gravely, equipado con misiles guiados, zarpó este jueves de Trinidad y Tobago tras permanecer durante cuatro días a escasos kilómetros de la frontera marítima con Venezuela. Su presencia en la región reavivó las tensiones diplomáticas entre Washington y Caracas, en medio de los recientes ejercicios militares desarrollados por las fuerzas norteamericanas en el Caribe.
El buque había atracado en el puerto de Chaguaramas el pasado domingo como parte de una operación conjunta entre Estados Unidos y las Fuerzas de Defensa de Trinidad y Tobago, enfocada en el entrenamiento y cooperación en materia de seguridad marítima. Sin embargo, su ubicación estratégica —a menos de 10 kilómetros del territorio venezolano— generó una inmediata reacción del gobierno de Nicolás Maduro, que calificó la maniobra como una “provocación militar y una amenaza directa a la soberanía regional”.
De acuerdo con fuentes del Departamento de Defensa de EE.UU., la presencia del USS Gravely hace parte de una serie de operaciones en el Caribe y el Pacífico, dentro de la campaña del presidente Donald Trump para intensificar la lucha contra el narcotráfico en América Latina. En total, el Pentágono mantiene desplegados ocho buques de guerra con capacidad de respuesta rápida y misiles de precisión.
Durante los ejercicios, un grupo de marines estadounidenses realizó maniobras tácticas con personal militar trinitense, bajo el argumento de fortalecer la cooperación en operaciones navales de interdicción y rescate. Sin embargo, las acciones coinciden con un aumento de los ataques a embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas en aguas internacionales, operaciones que, según organizaciones humanitarias, han dejado al menos 62 muertos en las últimas semanas.
Varios congresistas en Estados Unidos han solicitado al Gobierno explicar el alcance de las operaciones, ante denuncias de presuntas ejecuciones extrajudiciales y falta de transparencia en las misiones. Mientras tanto, Venezuela ha elevado su queja ante organismos internacionales, señalando que “la presencia militar extranjera en el Caribe busca justificar futuras intervenciones bajo el disfraz de la lucha antidrogas”.
Con la salida del USS Gravely, Trinidad y Tobago cierra una semana de tensión diplomática, mientras la región observa con cautela el incremento de la actividad militar estadounidense en su zona de influencia.


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