La Corte Suprema de Brasil dio inicio este martes a la fase de sentencia en el histórico juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, acusado de intentar un golpe de Estado para desconocer la victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva en 2022. El exmandatario de extrema derecha, de 70 años, enfrenta cargos que podrían derivar en una condena de hasta 43 años de prisión, convirtiéndose en el primer ex jefe de Estado brasileño sometido a un proceso judicial de esta magnitud desde el fin de la dictadura militar (1964-1985).
El juez Cristiano Zanin abrió la sesión en el Supremo Tribunal de Brasilia, seguido por el magistrado Alexandre de Moraes, quien presentó el informe final del caso. Bolsonaro, en arresto domiciliario desde hace un mes, no asistió a la audiencia y su defensa confirmó que no tiene previsto comparecer durante las sesiones. Junto a él son procesados siete coacusados, entre ellos exministros y altos mandos militares.
La fiscalía sostiene que Bolsonaro lideró una “organización criminal armada” con el objetivo de mantenerse en el poder pese a su derrota en las urnas. El plan, según la acusación, contemplaba un decreto de estado de sitio y hasta un esquema para asesinar al presidente Lula, a su vicepresidente electo Geraldo Alckmin y al propio Moraes. El expresidente rechaza las imputaciones, asegura ser víctima de persecución política y mantiene que se trata de un juicio con motivaciones electorales a poco más de un año de los próximos comicios presidenciales.
El proceso ha generado tensiones internacionales, luego de que el expresidente estadounidense Donald Trump, uno de sus principales aliados, denunciara una “caza de brujas” y respondiera con aranceles del 50 % sobre parte de las exportaciones brasileñas.
En Brasilia, las autoridades reforzaron la seguridad en la plaza de los Tres Poderes, escenario de la violenta irrupción bolsonarista del 8 de enero de 2023. La vigilancia incluye agentes armados, perros entrenados y drones con cámaras térmicas para prevenir disturbios.
La primera audiencia incluyó la lectura del informe de Moraes, quien defendió la fortaleza de las instituciones brasileñas. “Brasil llega hoy con una democracia fuerte, instituciones independientes, una economía en crecimiento y una sociedad civil activa”, afirmó el magistrado. Posteriormente, se escuchará al fiscal general y a los abogados de los ocho acusados, antes de que los jueces emitan su voto.
Entre los acusados, el único presente en la sala fue el exministro de Defensa Paulo Sérgio Nogueira, quien se mostró confiado en que las pruebas de la defensa prevalezcan.
Bolsonaro, ya inhabilitado políticamente hasta 2030, enfrenta cargos de golpe de Estado y de abolición violenta del Estado democrático de derecho. En caso de ser condenado, podría ser trasladado de inmediato a prisión, aunque contaría con la posibilidad de apelar. Sus aliados insisten en que el Congreso debe considerar una eventual amnistía, mientras que la condena aceleraría la carrera por el liderazgo de la derecha brasileña.
Por su parte, Lula, de 79 años, ha salido fortalecido políticamente en medio de la crisis con Estados Unidos, presentándose como defensor de la soberanía brasileña y preparando su camino hacia una posible reelección. El mandatario conoce de primera mano los vaivenes judiciales, tras haber estado encarcelado entre 2018 y 2019 por cargos de corrupción que posteriormente fueron anulados por vicios de forma.
El juicio, que se extenderá hasta el 12 de septiembre, marca un hito en la historia de Brasil y será determinante para el futuro político no solo de Bolsonaro, sino también de la democracia en la región.