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Comer con dignidad: Bogotá fortalece su red de apoyo social

En Bogotá donde más de 215.000 personas viven en condiciones de pobreza extrema, la lucha contra el hambre no es un eslogan: es una urgencia diaria. Esta semana, esa lucha dio un nuevo paso con la inauguración de un comedor comunitario en la localidad de Los Mártires, un territorio golpeado por la marginalidad y las fracturas sociales. Allí, entre calles con historia y paga diarios donde la comida muchas veces escasea, 250 personas encontrarán desde hoy no solo un plato caliente, sino también un espacio de contención y comunidad.

El alcalde Carlos Fernando Galán lo llama un “paso fundamental”, pero en realidad es una suma de pasos firmes que buscan cimentar una ciudad más justa. La apertura de este comedor se da en paralelo con la entrada en funcionamiento de otros 12 nuevos espacios distribuidos en ocho localidades de alta vulnerabilidad. Bogotá alcanza así 129 comedores activos, una cifra que no se veía desde que la estrategia ‘Bogotá sin Hambre’ echó raíces en 2008.

El objetivo de fondo es ambicioso y necesario: llegar a 165 comedores comunitarios en funcionamiento antes de finalizar 2027. No se trata solo de ampliar la cobertura, sino de diversificar los mecanismos de atención. El secretario de Integración Social, Roberto Angulo, lo resume así: “No combatimos el hambre con una sola herramienta. Lo hacemos con bonos canjeables, raciones escolares, canastas rurales, transferencias monetarias y alianzas con el sector privado. Estamos construyendo una política alimentaria integral”.

Las cifras respaldan la afirmación. Bogotá lidera la cobertura nacional en seguridad alimentaria: 860.000 raciones diarias para estudiantes, 1,3 millones de beneficiarios con transferencias económicas y una inversión proyectada de más de $100.000 millones para 2025 solo en comedores comunitarios. Pero más allá de los números, hay historias que humanizan la política pública. Como la de Diana, madre soltera y habitante de un paga diario en el centro, que por primera vez en meses podrá darles a sus hijos una comida completa sin saltarse tiempos. O la de don Ernesto, adulto mayor sin pensión, que encuentra en estos espacios no solo nutrición, sino compañía.

El programa ‘Bogotá sin Hambre 2.0’, piedra angular del plan ‘Bogotá Camina Segura’, deja claro que alimentar el cuerpo es apenas el primer paso. Se trata también de restaurar el tejido social, de reconocer la dignidad humana en los rincones más olvidados de la capital. Y mientras se avanza en las licitaciones para nueve nuevos comedores, la ciudad continúa cocinando literalmente un futuro más incluyente. Porque en una ciudad que se alimenta con dignidad, todos caminamos más seguros.