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El papa Francisco reaparece en Jueves Santo con visita conmovedora a prisión, pero omite rito tradicional

En medio de una visible convalecencia, el papa Francisco sorprendió al reaparecer públicamente este Jueves Santo con una visita simbólica y profundamente humana: acudió a la cárcel de Regina Coeli, en el corazón de Roma, donde se reunió en privado con 70 reclusos. Sin embargo, y a diferencia de años anteriores, esta vez no presidió el tradicional ritual del lavado de pies, uno de los gestos más significativos de la Semana Santa católica.

A sus 88 años, y movilizándose en silla de ruedas, el sumo pontífice llegó al centro penitenciario ubicado en el barrio de Trastevere a bordo de su conocido Fiat 500 blanco. Durante su visita, se reunió no solo con internos, sino también con miembros del personal y de la dirección del penal.

“Cada vez que entro en estos lugares me pregunto: ¿por qué ellos y no yo?”, expresó Francisco conmovido, cuando fue abordado por periodistas a través de la ventana del vehículo. “Vivo la Pascua como puedo”, añadió el líder de la Iglesia Católica, visiblemente debilitado pero firme en su mensaje de compasión y cercanía con los marginados.

La prisión de Regina Coeli, que originalmente fue un convento en el siglo XVII, es una de las más antiguas y sobrepobladas de Italia, y su deterioro ha sido motivo de crítica por parte de organizaciones humanitarias. La presencia del papa, aunque breve, fue recibida como un gesto de esperanza y reconocimiento para los internos, en línea con su postura reiterada de atender a los más vulnerables.

Aunque no se llevó a cabo el lavatorio de pies, el Vaticano destacó que el encuentro tuvo un carácter profundamente espiritual, en consonancia con el espíritu del Triduo Pascual. Desde el inicio de su pontificado, Francisco ha convertido estas visitas en una constante en su agenda durante la Semana Santa, acudiendo a hospitales, cárceles y centros de acogida para personas sin hogar.

Con este acto, el papa vuelve a recordarle al mundo la importancia de mirar a los que viven en condiciones de exclusión, aun cuando la salud y la edad le exigen moderar sus actividades. Su mensaje este Jueves Santo, aunque sin ceremonia, no perdió fuerza: la misericordia, la justicia restaurativa y la empatía siguen siendo el núcleo de su misión pastoral.