Lo que debía ser una jornada de reflexión y encuentro espiritual terminó en angustia colectiva. Al menos 35 personas fueron víctimas de un robo masivo mientras participaban en un retiro espiritual en la sede del Seminario Juan XXIII, en el municipio de Puerto Colombia, Atlántico.
Según versiones preliminares, el hecho ocurrió cuando un grupo de fieles dejó sus pertenencias resguardadas dentro de una camioneta, estacionada en las inmediaciones del recinto religioso. Los delincuentes rompieron una de las ventanas del vehículo y accedieron al interior, llevándose más de 30 celulares, además de relojes, joyas y artículos personales.
La sorpresa y el malestar entre los asistentes no se hicieron esperar. El vehículo había sido dispuesto como sitio de custodia temporal mientras se desarrollaban las actividades del retiro, una práctica común en eventos religiosos donde se busca evitar distracciones o incidentes durante las jornadas de meditación.
Investigación en curso
Miembros de la SIJÍN de la Policía del Atlántico se desplazaron hasta el lugar para realizar la inspección técnica del vehículo afectado. En la escena se recolectaron huellas dactilares y otras evidencias forenses, ya que llama la atención la precisión con la que los ladrones actuaron, lo que hace suponer que tenían conocimiento previo del entorno y de las rutinas del evento.
Por ahora, las autoridades no han reportado personas capturadas ni indicios concluyentes sobre los autores del hecho, pero aseguran que se han activado los protocolos de seguimiento con el sistema de cámaras de vigilancia del municipio, así como con información recopilada por testigos.
“Es un hecho doloroso. Este tipo de actos afectan la confianza de los ciudadanos en espacios de fe y tranquilidad”, expresó un vocero de la comunidad afectada, que pidió mayor acompañamiento policial durante actividades masivas de carácter religioso en la zona rural y semirrural de Puerto Colombia.
Recomendaciones de seguridad
Desde la Policía Metropolitana de Barranquilla y el Distrito de Puerto Colombia se ha hecho un llamado a las comunidades religiosas y organizadores de eventos masivos a implementar medidas de seguridad complementarias, como personal de vigilancia privada, custodia de objetos personales en lugares seguros y comunicación constante con las autoridades locales.
Este incidente vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre la seguridad en zonas de retiro espiritual y campamentos religiosos, espacios que suelen ser blancos fáciles para bandas de delincuencia común por su relativa vulnerabilidad.