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Así fue Gilberto Rodriguez Orejuela, de dueño de drogas la Rebaja a Capo de la droga

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Este miércoles 1 de junio se conoció la noticia sobre el fallecimiento de Gilberto Rodríguez Orejuela, uno de los jefes del cartel de Cali, que estaba preso en una cárcel federal de Butner, en Carolina del Norte, Estados Unidos. El Ajedrecista, como también era conocido, murió a sus 83 años.

Rodríguez Orejuela sufría una larga lista de padecimientos. De hecho, poco después de su extradición a Estados Unidos, en 2004, sufrió un infarto. En su momento, el capo colombiano también fue diagnosticado de cáncer de colon, de próstata, hipertensión, gota y trastornos psiquiátricos.

Se dice que llegó a controlar hasta el 80 % de la cocaína exportada de Colombia a Estados Unidos, después de la muerte de Pablo Escobar, en 1993. El Ajedrecista se consolidó como el narcotraficante más poderoso del país tras sobrevivir a una guerra declarada contra el líder del cartel de Medellín, que incluyó la bomba contra el edificio Mónaco, en la capital antioqueña, donde vivía la familia de Escobar

¿Quién era el Ajedrecista y cómo se ganaba la vida?

Las primeras monedas que Gilberto, se ganó en su vida fueron producto del esfuerzo. Tenía 13 años y se ´rebuscaba´ el sustento en las calles de Mariquita, en el Tolima, allí, con una bicicleta y bajo el implacable sol, el pequeño Gilberto, cruzaba las veredas para entregar las medicinas que solicitaban los clientes de la droguería en la que trabajaba. Fue un comienzo simbólico si se tiene en cuenta que el ‘transporte de droga’, años después, lo convertiría en una figura internacional del crimen organizado.

Se sabe que Rodriguez Orejuela, trabajaba de mensajero en la droguería La Perla, un modesto negocio de esta población tolimense que lo vio nacer el 30 de enero de 1939. “Era muy trabajador. Siempre se esforzaba al máximo”, recuerda un vecino del sector donde vivía.

La disciplina para cumplir sus metas era una cualidad inherente en Rodríguez Orejuela, más allá de que -con el tiempo- la aplicara para ejecutar actividades al margen de la ley. De hecho, también velaba por su hermano Miguel, tres años menor que él, así como por el resto de su familia. Si bien Carlos, su padre, procuraba mantener al día la economía del hogar, la situación no era fácil ya que dependía de su trabajo como pintor de avisos publicitarios.

Más adelante, su familia se radicó en la ciudad de Cali. Gilberto Rodríguez Orejuela destacó como estudiante en el colegio San Luis Gonzaga y aprovechaba las vacaciones para regresar al negocio de las drogas -todavía como mensajero en las droguerías de la capital del Valle-.

Finalmente, tras varios años de ahorro, montó su propio negocio: Droguería Monserrate. Su trabajo lo alejó de los estudios, por lo que pospuso su formación académica. Cuando ya era un adulto, inició una vida doble que su familia sólo descubriría mucho tiempo después.

“Yo me inicié en el tráfico de estupefacientes en 1975 a través de amigos personales que no quiero mencionar. No por rebeldía hacia usted o hacia la justicia, sino porque simplemente tengo una familia de la cual hacen parte más de 100 personas entre hijos, sobrinos, nietos, hermanos, y estos correrían grave peligro de muerte en el momento en que yo llegue a señalar a algunas de estas personas con nombre propio” reveló Gilberto Rodríguez Orejuela al fiscal cuando fue capturado en 1995.

 

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