Todo empezó en días pasados, al momento que el tenista suizo entrenó con la camiseta de la Laver Cup en lugar de su clásica equipación Nike. También cuando acudió ayer a la rueda de prensa oficial con traje y la chapa de miembro de Wimbledon, en reemplazo de la ropa deportiva. Lo que era un secreto a voces, ya que el pasado mes confirmó en Stuttgart que había acabado con Nike en marzo, se ha convirtió en una realidad hoy al instante que el tenista saltó a la pista central del All England Club.
Federer, 24 años después, dejó la marca del bastón para firmar por el gigante asiático Uniqlo, el que viste a Kei Nishikori y el que en su día vistió al serbio Novak Djokovic. La oferta era casi imposible de rechazar. Se especula que alcanza los 30 millones de dólares por temporada hasta 2028, por lo cual, una vez que el relojito suizo finalice su carrera, pasaría a ser embajador de la compañía nipona.
Con el adiós del campeón de 20 grandes, la empresa estadounidense Nike se queda con Rafael Nadal, Juan Martín del Potro y Maria Sharapova como embajadores en el tenis. Uniqlo da un excepcional golpe de marketing con la presentación en sociedad de Federer en su vigésima participación en Wimbledon y se ilusiona con fichar a otro deportista de gran relieve para su imperio.
