PUBLICIDAD

Trump vs. Biden: ¿Qué necesita cada uno para ganar las elecciones presidenciales de EE.UU?

WhatsApp

Estados Unidos vive una de sus elecciones más tensas en décadas sin un resultado.

Todo por un puñado de estados en los que no se ha proyectado un claro ganador: Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.

Efectivamente, las condiciones particulares de estos comicios -celebrados en medio de una pandemia y con un número récord de votos por correo- retrasaron el conteo en varios estados.

Y estos retrasos, que eran esperados, se suman a otros que resultan del hecho de que en esta contienda cada voto cuenta.

Entonces, ¿qué necesitan Joe Biden o Donald Trump para hacerse con la presidencia?

Lo primero que hay que entender que las de EE.UU. son unas elecciones indirectas en las que los ciudadanos votan en realidad la conformación del Colegio Electoral, que es el órgano encargado de elegir al presidente.

El Colegio Electoral lo conforman 538 delegados, son necesarios 270 para ganar la elección, y cada estado tiene asignado un peso en función de su población. Todos salvo dos los distribuyen con la regla de que el «ganador se queda con todos».

«Todo dependerá de un puñado de estados: Arizona, Georgia, Wisconsin, Michigan y Pensilvania», explica Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington.

Y ya Michigan fue proyectado como ganado para Biden, que recupera el estado que había ganado Trump en 2016 a Hillary Clinton.

Los recuentos parciales de Arizona, Nevada y Wisconsin aparecen favorables para Biden, lo que sería suficiente para que alcanzara a sumar los 270 delegados en el Colegio Electoral necesarios para ocupar la Casa Blanca.

El presidente, por su parte, quien ya se declaró ganador pese a que no había terminado el escrutinio, va por delante en Carolina del Norte, Georgia y Pensilvania, lo que no bastaría para conseguir la reelección.

Así es que Trump, para ganar, necesitaría asegurar los tres estados en los que va por delante y sumar uno de los que lidera Biden.

Pero ¿cuáles son las probabilidades de ambos candidatos?

A continuación hacemos un repaso a la actual situación en los estados en los que aún no se proyectó ganador y su posible impacto en el resultado final.

El «cinturón del óxido»
Wisconsin, Michigan y Pensilvania (con 10, 16 y 20 votos electorales) abrieron las puertas de la Casa Blanca a Donald Trump hace cuatro años, por tan solo unos 80.000 votos en conjunto y menos de 1% de ventaja en cada uno; y todo apunta a que la reelección del mandatario quedará también en manos de alguno de esos estados.

Si Biden confirma su ventaja en Arizona y Nevada, y los jueces no invalidan su victoria en Michigan, solamente necesita triunfar en uno más, ya sea Pensilvania, donde Trump ha llevado ventaja desde el inicio del escrutinio, o Wisconsin, que parece inclinarse al exvicepresidente.

Algunos estados empezaron a contabilizar el voto por correo y anticipado antes del día de las elecciones, agilizando el proceso, pero en Wisconsin, Michigan y Pensilvania las autoridades no permitieron iniciar el escrutinio hasta la mañana de la jornada electoral o después del cierre de urnas.

Y con la pandemia y la polarización, se han disparado tanto la participación como el voto por correo, lo que ha hecho inevitable que el escrutinio tomara más tiempo del habitual.

Por si eso fuera poco, Pensilvania también acepta votos que lleguen por correo hasta el 12 de noviembre -siempre que hayan sido sellados antes de o en el mismo día 3-, por lo que si la carrera sigue ajustada, habrá que esperar días para conocer el resultado final.

Además, si la diferencia entre ganador y perdedor en Wisconsin es de menos del 1% -como lo es hasta el momento- se puede forzar un recuento de los votos que alargaría más el proceso. La campaña de Trump anunció que piensa solicitarlo.

Arizona, el bastión republicano en disputa

Arizona es otro de los estados en los que hasta bien entrada la tarde de este miércoles seguía sin proyectarse un ganador y que puede inclinar la balanza, con 11 votos electorales.

Considerado un bastión republicano que desde 1952 solo votó una vez por un candidato demócrata (Bill Clinton, en 1996), pasó a estar en disputa estas elecciones.

Pasada la medianoche, el gobernador de Arizona, Doug Ducey, señaló en Twitter que era «muy pronto» para declarar ganador en el estado.

«No se han reportado la totalidad de los votos del día de las elecciones, y ni siquiera hemos empezado a contabilizar los votos anticipados que se dejaron en los centros electorales», explicó.

«Contemos los votos —todos los votos— antes de hacer anuncios», pidió.

Muchos, sin embargo, creen que la tendencia a favor de Biden es irreversible, lo que podría terminar siendo clave en el proceso.

Carolina del Norte y Georgia
En la noche de las elecciones, otros estados cruciales también sufrieron retrasos y se espera que sigan contabilizando, aunque su conteo de votos está más avanzado.

Uno de ellos es Georgia, bastión republicano desde 1972, y que por un problema técnico decidió que retomaría el conteo el miércoles, cuando el escrutinio estaba al 87% y le daba una ventaja a Trump del 5,3%.

El presidente ganó Georgia en 2016 por 5,1% y los cambios demográficos que ha experimentado, con una sociedad más diversa, le llevó este año a ser considerado «estado péndulo».

Y la mayoría de votos que faltaban por contar se concentran en zonas urbanas que tradicionalmente votan demócrata.

Otro de los territorios cruciales es Carolina del Norte, del que se esperaba que fuera uno de los primeros en publicar sus resultados. En su caso, llegó al 95% escrutado, con una ventaja de 1,4% para Trump, pero no fue declarado ningún ganador.

Firme bastión republicano antes de que el expresidente Barack Obama lo ganara en 2008 por un pequeño margen, el estado se caracteriza por ciudades con grandes comunidades de votantes afroestadounidenses, profesionales moderados y universitarios, pero también importantes zonas rurales, blancas y conservadoras.

Trump ganó en Carolina del Norte en 2016 por casi un 4% después de que Obama lo perdiera en el camino a la reelección en 2012.

Pero si una vez que se cuenten todos los votos Biden logra recuperarlo para los demócratas -o si gana en Georgia, habiendo en ambos casos mantenido su ventaja en Arizona y Nevada- para llegar a la presidencia le podría bastar ganar en uno de los estados pendientes en el ya mencionado «Cinturón de óxido».

La única excepción es una combinación Carolina del Norte – Wisconsin, que lo dejaría a un voto electoral de la presidencia.

Todas las otras combinaciones le darían la reelección a Trump, quien sigue siendo el favorito para imponerse en estos dos estados.

Alaska y Nevada

Nevada (6 votos electorales) y Alaska (3) son los dos últimos estados en los que no se ha proyectado un ganador.

Nevada es un estado que ha cambiado mucho de voto: apoyó al demócrata Bill Clinton en los 90, luego al republicano George W. Bush, posteriormente al demócrata Barack Obama y finalmente a Hillary Clinton en 2016.

En este territorio, con el 85% de los votos contados, Biden supera a Trump en menos de un punto porcentual, y una derrota para el candidato demócrata le complicaría el panorama.

The New York Times reportó que el estado actualizará resultados hasta el jueves.

En Alaska, por su parte, Trump lleva una cómoda ventaja, de casi el doble de preferencias, pero con solamente el 36% de los votos escrutados.

¿Cita en los tribunales?
Así las cosas, lo que alguna vez fue un escenario de pesadilla está tomando forma, con Biden afirmando que está en el camino hacia la victoria y Trump lanzando acusaciones infundadas de fraude electoral y robo electoral.

«Es una receta para el resentimiento y una batalla judicial prolongada, que terminará con los partidarios del bando perdedor sintiéndose enojados y engañados», advierte Zurcher.

Y como explica nuestro corresponsal, aunque aún no se conocen los resultados finales, lo que ya está claro es que Estados Unidos sigue siendo una nación profundamente dividida.

«Los votantes estadounidenses no repudiaron a Trump de manera significativa. Tampoco le dieron el tipo de respaldo rotundo que el presidente había esperado», explica.

«En cambio, las líneas de batalla están trazadas y la guerra política continuará sin importar quién gane», concluye.