La subida de los precios, el desempleo, la deficiencia de los servicios públicos, situación que ha empeorado con la pandemia, han hundido las esperanzas que surgieron hace ahora justo una década, con la revolución que sacó del poder al presidente Zine el Abidine Ben Ali y que fue el punto de partida de la llamada Primavera Árabe.

Las protestas se viene realizando esporádicamente, pero se recrudecieron precisamente el jueves 14 de enero, día en que se celebró el aniversario de la huida del dictador Zinedin el Abedin Ben Ali y en el que el gobierno decretó un confinamiento total con toque de queda de doce horas a partir de las 16:00.

Un total de 632 personas fueron arrestadas, indicó este lunes el portavoz del Ministerio del Interior tunecino, Khaled Hayouni, quien aludió a personas de entre 15 y 25 años «que quemaron neumáticos y cubos de basura para dificultar los movimientos de las fuerzas de seguridad», pese al toque de queda impuesto para luchar contra la pandemia.

Según especificaron fuentes de seguridad, cinco menores fueron arrestados en la localidad de Sidi el Bechir, en la periferia de la capital, cuando pretendían asaltar uno de los centros comerciales de la zona, mientras que varios más fueron igualmente conducidos a comisaría en los barrios populares de Saïda el Ouardia, Bab el Jedid y Manouba. Las mismas fuentes confirmaron que diez agentes de policía resultaron heridos en los enfrentamientos.

Estos hechos se repitieron en las localidades costeras de Bizerta, Nabeul, Sousse, Monastir, Mahdia y Kébili, y en ciudades del interior como Béja, Kairouan, Siliana y Kasserine, las dos últimas testigos de mayor violencia. Allí, los manifestantes levantaron barricadas con neumáticos ardiendo para cortar las carreteras y la Policía recurrió a los gases lacrimógenos para dispersar a los congregados, que en algunos lugares se enfrentaron a los agentes con piedras.