Los iraníes celebran la tan anunciada victoria de Ebrahim Raisil, el candidato conservador, ahora presidente electo, y el comienzo de lo que, creen, será una nueva era para su país.

Mohamed, partidario de Raisi, dice «me alegro de que, una vez más, el pueblo haya salido vencedor de las elecciones, y de que su participación haya sido un puñetazo en la cara de Estados Unidos e Israel».

El nuevo jefe del poder judicial iraní prometió restaurar el sentimiento de orgullo de Irán frente a un Occidente que califica de falaz.

Pero su prioridad es la lucha contra la corrupción, la atención a los pobres y reforzar la producción industrial iraní.

En las portadas de los periódicos iraníes aparece el hombre elegido presidente de ese país y aunque los titulares dicen que el pueblo votó por Ebrahim Raisi, algunos dicen que han decidido NO participar en el proceso.

«La mayoría de la gente no votó. Ellos (los políticos) no escuchan al pueblo. No hacen lo que la gente quiere de ellos. Hablan pero no actúan», se queja un vendedor de un mercado de Teherán.

La victoria de Raisi significa que los partidarios de la línea dura controlan totalmente todos los poderes electos del Gobierno por primera vez en casi una década., lo que puede complicar las conversaciones.

El nuevo presidente de Irán tomará posesión de su cargo en agosto, en un momento en el que el país trata de salvar el acuerdo nuclear de 2015 con Occidente, y de liberarse de las demoledoras sanciones de Estados Unidos, que prácticamente han aplastado la economía iraní.

Después de años de enfrentamientos los conservadores esperan que Raisi traiga unidad al país y a su pueblo.