El municipio de Soledad, vive una crisis de seguridad y economía sin precedentes. En los alrededores se muestra un escenario desesperanzador con la mayoría de los locales comerciales cerrados, con avisos de alquileres y en venta, con la principal razón de que el comercio está viviendo la intimidación por parte de los extorsionistas.

Los negocios cerrados y ventas por el suelo es lo que ha permitido que los locales reabran sus puertas para seguir trabajando, sumándole las constantes amenazas por grupos de extorsionistas, aunque hacen lo posible por todos los días abrir la inseguridad reina en la zona, poniendo en peligro sus vidas y la de los clientes.

La administración local prometió la instalación de 100 cámaras de seguridad y patrullas de reacción inmediata, en respuesta a la creciente ola de extorsión y delincuencia, sumando que se incorporó un equipo de seguridad encabezado por un secretario de gobierno, un coronel y un mayor, junto a especialistas en extorsión, delincuencia común y terrorismo provenientes del ejército y La Policía Nacional. Sin embargo, estos esfuerzos no han dado los frutos esperados. Lejos de disminuir, la actividad delictiva ha aumentado, sumiendo a la comunidad en una mayor desesperación.

Por otro lado, la problemática de la inseguridad se suman los retenes de agentes de tránsito, especialmente notables en la zona de American Bar, aunque estén destinados a controlar el tráfico, han generado un impacto económico negativo en la comunidad. Por la imposición de comparendos de manera indiscriminada afecta aún más a los ciudadanos, debilitando la economía local y fomentando un sentimiento de resentimiento hacia las autoridades.

Sumando los rumores que circulan sobre el interés de adquisición de locales por parte de capos de grupos organizados y políticos para comprarlos por un valor muy bajo, aprovechándose de la situación que viven los comerciantes soledeños, produciendo de esta manera angustia y desconfianza.

El centro de Soledad se encuentra en una encrucijada, la combinación de extorsión, una respuesta administrativa insuficiente, y la presión adicional de los retenes de tránsito, ha creado una tormenta perfecta que amenaza con destruir el tejido económico y social de la comunidad. Es imperativo que las autoridades tomen medidas más efectivas y transparentes para devolver la seguridad y la esperanza a los ciudadanos de Soledad, quienes merecen vivir y trabajar en paz.