Siete sacerdotes habrían muerto por COVID-19 en Italia, otros veinte permanecen hospitalizados debido al coronavirus, reseña el portal Ucatholic.

Entre esos siete estaba Monseñor Vincenzo Rini, un sacerdote de la Diócesis de Cremona, cerca de Milán, que está cerca del epicentro de la pandemia en Italia. Rini fue enterrado en el cementerio diocesano, y sus colegas lo recordaron como “una ventana abierta a la esperanza, la virtud que siempre caracterizó su vida”.

Rini, de 75 años, dedicó sus 30 años de ministerio sacerdotal al periodismo, llamándolo “un trabajo realizado no como periodista sino como sacerdote, para proclamar el evangelio a través de los periódicos”.

La Diócesis de Cremona hizo una declaración en memoria de Rini que puede leer aquí (a través del Traductor de Google) en la que rindió homenaje a las palabras que le encantaba repetir:

“Es la mirada del Padre celestial, que ninguna traición, ninguna malicia humana puede borrar o desviar, la plena expresión de su misericordia, la verdadera indicación de la misericordia que debe impregnar toda la vida de la comunidad cristiana; la imagen que debe imprimirse en el corazón de cada sacerdote para que pueda aprender de la mirada misericordiosa de Dios para ser su testigo y proclamador”.

Los otros seis sacerdotes fallecidos eran de la Diócesis de Bérgamo, también cerca de Milán y una de las ciudades más afectadas por la pandemia. El obispo de Bérgamo, Francesco Bechi, dijo que “nadie está exento de este juicio extremadamente doloroso” al informar sobre las muertes y hospitalizaciones de sus sacerdotes.

“Nuestros sacerdotes son muchos y numerosos son aquellos que se han expuesto a estar cerca de su comunidad. Por lo tanto, su enfermedad es un signo evidente de cercanía, un signo doloroso de cercanía y compartir el dolor”.