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El Desafío Interno del Organismo en Medio de las altas temperaturas

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En medio de un verano históricamente cálido que ha establecido registros de temperaturas asfixiantes, una pregunta persiste: ¿qué ocurre en el cuerpo humano cuando se enfrenta a un calor extremo? En un informe innovador, el influyente diario The New York Times explora los intrincados mecanismos internos que entran en juego cuando la termometría se dispara.

Julio de este año ha dejado una huella inconfundible, siendo el mes más caliente jamás registrado en la Tierra según la NASA. Desde África hasta Europa y América, las temperaturas superaron los 40 grados centígrados, y las lamentables noticias de pérdidas humanas se multiplicaron.

Cuando la temperatura ambiente comienza a aumentar, nuestro organismo desencadena un conjunto de tácticas vitales para mantener su equilibrio interno. Una de estas técnicas es redirigir la sangre, alejándola de los órganos internos y aproximándola a la piel. Esta maniobra es ejecutada mediante una distribución de sangre desde el núcleo del cuerpo hacia la periferia, permitiendo que el calor sea liberado a través de la piel. Un resultado familiar es el enrojecimiento en la piel, señal de la expansión de los vasos capilares en la superficie.

El sudor, una respuesta característica a la temperatura elevada, también desempeña su papel crucial. A medida que el sudor se evapora, la piel se enfría y, por consecuencia, la sangre bajo la superficie cutánea también disminuye en temperatura. Esta sangre luego fluye de vuelta hacia los órganos internos, refrigerándolos en el proceso.

Aun así, cuando el calor ambiental sobrepasa la capacidad del cuerpo para liberarlo, el sistema se satura. Si la temperatura del aire supera la temperatura natural de la piel (normalmente por debajo de 30 grados centígrados), el organismo se ve expuesto a más calor del que puede manejar a través de sus estrategias habituales.

En condiciones secas, la evaporación del sudor puede mantenerse efectiva incluso en altas temperaturas, pero en ambientes húmedos, el sudor no logra evaporarse de manera eficiente, disminuyendo su efectividad en la regulación térmica.

Para los individuos más vulnerables, como los ancianos y aquellos con afecciones preexistentes, temperaturas tan «moderadas» como 27 grados Celsius pueden representar un peligro. Aquellos con problemas cardíacos también deben estar en alerta, ya que el corazón se somete a una tensión adicional en estas condiciones.

No obstante, los jóvenes y saludables pueden resistir la exposición temporal a altas temperaturas con mayor facilidad. Sin embargo, en condiciones extremas, por encima de 40 grados con una humedad del 50%, los problemas de salud pueden volverse graves.